"Es mejor para los actores interactuar con un robot que sea de verdad." J. J. Abrams
Desde que George Lucas llegara con La Amenaza Fantasma en 1999, un sinfín de personajes digitales empezaron a poblar un universo que antes era enteramente de látex y efectos tradicionales, Star Wars se modernizaba con una tecnología CGI que, aunque era aún muy nueva y estaba por pulir, inundaba cada fotograma de la película.
Todos recordamos ese ejército de droides que se puso en escena solamente para ser humillantemente vencido por los Caballeros Jedi, que los cortaban como si fueran mantequilla con sus sables láser. Aquellos que luego fueron variando en multitud de diseños diferentes a medida que la trilogía de las "precuelas" fue avanzando. Desde super droides de combate, guardias con picas de energía y droidekas hasta robots asesinos con forma de calamar o de cangrejo, o el propio General Grievous. No puedo negar que algunos tuvieran su gracia, incluso los recuerdo con cierta nostalgia, pero todos tenían el defecto de no ser completamente reales al ojo humano.
Si por si fuera poco con la ineficacia alarmante y paródica de estos robots, el hecho de que no fueran completamente fotorealistas aumentaba la sensación de desapego con lo que se veía y no contribuía en absoluto a crear un verdadero clima de tensión. Dicho de otro modo, cuando vemos como Obi-Wan o Anakin destruyen a estas cosas nuestro subconsciente no puede procesar lo que ve como realidad y, aunque nos esforcemos en creernos lo que vemos, siempre estamos viendo a dos personas moviendo palos de colores en una pantalla verde que luego unos señores cambian por un renderizado.
Y eso ocurría de la misma forma con todo, demasiados personajes y fondos hecho con tecnología CGI que no facilitaban la inmersión en la película. La trilogía de las precuelas cometió el error de presentar un mundo demasiado estéril.
No obstante, de todo se aprende. Star Wars ha vuelto y ha madurado, ha tardado diez años pero lo ha hecho finalmente y con más fuerza que nunca. Esta vez, bajo un nuevo equipo y contando un periodo de historia completamente diferente, se ha optado por retomar los trucos tradicionales y la imagen real. Sólo hay que ver el trailer de El Despertar de la Fuerza para darse cuenta de ello. Todo se puede tocar, la ropa de los personajes, los uniformes de los Troopers (recordemos que George Lucas hizo los uniformes de los Clonetroopers con tecnología CGI en los episodios I, II y III), todo absolutamente todo.
Por supuesto, uno de los elementos reales que aparecen es BB-8, el simpático droide con forma de balón que rueda de o al lado de un lado para otro al lado de Daisy Ridley y John Boyega. Este personaje robótico tomará el relevo de R2-D2 en esta nueva trilogía, poniendo el punto de comedia que años atrás puso de forma trágicamente fallida el detestado por muchos Jar Jar Binks.
Así se ha mostrado, tan real y tangible como es, en la Star Wars Celebration de este año. Los incrédulos pudieron ver con sus propios ojos como el pequeño y simpático droide posaba junto a su antecesor delante del reparto y los responsables de la franquicia.
Pero tampoco nos engañemos. Ya no estamos en los 70 ni en los 80, estamos en la era digital, la era que ha visto nacer a Avatar, Man of Steel y todas las enormes películas de efectos especiales y visuales de última generación. El Despertar de la Fuerza tendrá CGI y personajes hechos por computadora, ni lo dudéis. Eso sí, sabrá contenerse para crear un híbrido perfecto entre lo nuevo y lo nuevo y lo antiguo, algo que George Lucas no supo hacer en su día.
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